"En las últimas 3 décadas, el valle de Azapa multiplicó por 20 la productividad de cada una de sus 3 mil hectáreas."
La familia Lombardi produce la mayor cantidad de tomate de larga vida de Chile, los que llegan a los supermercados con la marca “Rocky”.
Gian Franco Lombardi Fiora Del Fabro forma parte de este clan ariqueño y coincide con que hay que tender a la de producción de alimentos más saludable y con tecnologías amigables con el medioambiente.
Los valles de Azapa y Lluta han seguido un camino similar a Almería, uno de las zonas productoras de tomate más rico del lado norte de Europa. “Sin barreras arancelarias, Almería revolucionó su manera de emprender y entender su producción y pasó a convertirse en el huerto de Europa”.
En las últimas 3 décadas, el valle de Azapa, en la provincia de Arica, multiplicó por 20 la productividad de cada una de sus 3 mil hectáreas y se convirtió en el abastecedor invernal de tomates y hortalizas del centro de nuestro país. Sin duda, su potencialidad climática que permite producir 365 días al año es una ventaja que no todas las áreas geográficas pueden gozar. Su condición de clima privilegiado permite abastecer de todo tipo de verduras y hortalizas a las regiones de la zona sur y central cuando estamos en invierno.
Gian Franco Lombardi lleva años basando su modelo productivo en lo desarrollado en Almería. “Nos da una pauta y siempre es interesante escuchar lo que está ocurriendo allá en temas de estructuras de invernadero con mallas antiáfido (40% está con malla antivirus) hasta la selección de las variedades”, afirmó refiriéndose a las conferencias ofrecidas por los expertos españoles.
Comentó su experiencia en el control biológico y lo avala como un manejo necesario en hortalizas. “Hace unos años financiamos el envío y liberación semanal de varios centenares de Encarsia Inaron y clitostethus (material de INIA y otras empresas) para controlar la mosquita blanca del fresno en olivos de Azapa y otros valles en el marco de un proyecto de control biológico. A partir de esa experiencia aprendimos a criar nuestros propios insectos benéficos. Hasta hace un tiempo teníamos en nuestra planta crianzas de Trichogramma las que finalmente perdimos pero ahora, con el apoyo de INIA Ururi, queremos retomar esa producción”.
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